Bajo la verde aceituna,
oro y sangre de mi tierra,
nació nuestro amor.
Andaluces éramos los dos.

Entre Córdoba y Jaén,
la hoja plateada del olivo
nuestra ilusión vio crecer
y, al cobijo de su sombra, florecer.

Junto al Guadalquivir
nuestras manos se unieron
y Córdoba y Jaén se abrazaron
en nuestros besos, dulces sueños.

Bajo el sol de Andalucía
nuestros labios se dijeron
lo que el corazón sentía

y, en medio del olivar,
tus ojos y los míos
se miraron.

Vana pasión, amargo despertar.


 Linares, Junio 1966
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