Despeñaperros abajo,
¡ay la belleza que encierra!
Andalucía se llama
la tierra que allí comienza.
En su cuerpo sangre joven,
en su alma savia vieja.
Campos de olivos, Jaén,
el envés plata de estrellas.
El bolero y la taranta
cante y lucha de esta tierra,
Linares, siglos de plomo,
se pierde entre la niebla,
niebla de años de olvido.
¡Cástulo! ¿Quién te recuerda?
Úbeda, la muy noble,
cantada por los poetas,
y Andújar, pueblo blanco,
encadenado a la sierra,
donde reina una Morena:
¡Mi Virgen de la Cabeza!
Cazorla, cuna del río
de más gallardía y belleza,
Guadalquivir caminante
entre olivos y dehesas.
Y Córdoba, de la Mezquita,
-la media luna la sueña-
ay, Almanzor, y tú querías
hacer capital de la Tierra.
Patria de grandes toreros,
lugar donde el arte es ciencia
y a Julio Romero de Torres
la Copla, gitana, espera.
Montilla, donde las viñas
a un paraíso despiertan
y Fuenteovejuna, la justa,
que inspiró a Lope de Vega.
Allí donde empieza Sevilla
el alma se siente inquieta
y es que esta tierra emana
su garbo por donde quiera.
Capital de Andalucía
es tierra de gracia eterna
donde sus diestros toreros
rezan a la Macarena.
En el barrio de Triana
tiene el cante su cabeza
y, junto al Guadalquivir,
inició el baile su senda.
¡Ay, Sevilla de gitanos!
¡Ay, Sevilla de poetas!
¡Qué alegría en tus sevillanas
y cuánta pena en tus saetas!
A tu Torre y tu Giralda
las golondrinas se acercan
y es que tus brazos se abren
ofreciendo tu alma llena,
como hacen tus artistas, 
guitarra en mano, voz serena,
y castañuelas que tocan
entre mantones de seda.
Camas y Puebla del Río,
Dos Hermanas, sementeras
de coplas de cante grande
y toreros de vida eterna.
Huelva, la Colombina,
adelantada de América.
Aracena, la serrana,
suspiro de luna llena,
y Riotinto, hombre y cobre,
sangre que por siglos queda.
Aguas del Guadalquivir,
Sanlúcar ya os espera
con manzanilla en los labios
por no llorar vuestra ausencia.
Y en el campo de Jerez
se oye una copla nueva.
Ciudad señera andaluza
que en el vino y cante ostenta
la Cátedra universal
con el Puerto y Trebujena.
¡Ay, alegrías de Cádiz
que suenan por la Alameda
mientras las olas se rompen
furiosas en la Caleta!
Cuna de Manuel de Falla,
guardiana de España en guerra,
tan bella como un barquito
que, a toda vela, navega.
En la bahía de Algeciras
la Roca llora de pena
porque de su amada España
alguien arrió la bandera.
Costa del Sol, azulada,
llenas de luz tus arenas.
Nombres hechos de poesía
como Mijas y Marbella,
Benalmádena y Nerja,
Ronda, Álora y Antequera.
En Málaga, flor de España,
hizo el fenicio su huerta,
los árabes su Alcazaba
y Baco le dio su néctar.
Sus mujeres de ojos negros
son eternas primaveras
tan mimadas por el sol
que tienen su piel morena.
¡Ay, quién tuviera el color
que tienen las malagueñas!
Almería, sol y cielo,
entre Gata y Punta Elena.
Trozo africano que a Europa
brindó la Naturaleza.
De toda mi Andalucía
acaso la más serena,
donde de la hiedra surgen
brotes de una vida nueva.
Rincón hermoso de España
que todo el mundo contempla.
Y Granada, la gitana,
la más bella y hechicera;
las moras desde la Alhambra
tejían coplas de seda,
entre jardines y agua,
entre lamentos y quejas.
Cumbres de Sierra Nevada,
de un manto blanco cubiertas,
con la Virgen de las Nieves
reinando desde el Veleta.
Tumba de Reyes Cristianos
que bajaron a esta tierra
para unificar España
y en ella vivir quisieran
mientras el moro lloraba
por su Alhama y su Moreda.
Así es mi Andalucía:
un canto en la noche eterna,
hecho con sudor y sangre,
¡guapa, con garbo y morena!


Linares, Agosto 1969
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